Se sienta en la ventana y se pone a escuchar los ruidos de la calle. Tantas cosas para ver, tantas cosas para aprender y tan poco tiempo. Tantas cosas por vivir. El viento se hace escuchar y ella cierra los ojos para sentirlo mejor. No puede creer su tiempo, su espacio. Le sorprende con que claridad ve las cosas, con que claridad escucha las hojas moverse. Una especie de euforia crece por dentro suyo. Quiere hacer cosas, tiene miedo de nunca poder realizarlas. Tiene metas y quiere cumplirlas pero siente que el tiempo se le acaba. Siente que no llega, que no puede lograr lo que se propone. Cerca, en su mente, escucha voces. Escucha el sentimiento de la felicidad en su puro significado. Se acuerda de momentos vividos que llenan sus ojos de lagrimas de tanto reir, de tanto disfrutar, de simplemente vivir. No quiere que se vaya, quiere que se quede para toda la vida. Respira profundamente el aire fresco y hecha un suspiro leve que le hace abrir los ojos y darse cuenta de donde esta. Baja, pisa fuerte y mira para adelante. Queda mucho por recorrer, no se va a rendir.