Único e Inigualable.

Levanta su carita de angelito triste y mira a su creador. Él le había dado cariño y amor, sólo como un buen padre podría haber hecho. El angelito se hallaba destrozado, moribundo, con las alas rotas. Su ternura se había ido con las lágrimas cristalinas de su pena, en cada gota dejaba una parte de su ser, de su ingenuidad. El padre lo mira a su angelito y ve sus ojitos llenos de dolor. Con sus suaves manos acaricia su cara secándole las lágrimas y aliviandolo un poquito. El angelito toma la mano del amigo y la lleva hacia su corazón. Los dos saben muy bien que éste se encuentra perdido y roto. El hermano comprende instantáneamente que el angelito necesitaba de su ayuda, de su cura y sin siquiera decir una palabra el angelito sabía que contaba con su creador, con su amigo, con su padre, con su hermano, con el único e iniguable.